Dejar de gritar a los hijos mejora el rol de madre

Dejar de gritar a los hijos contribuye con la armonía en el hogar. Revisemos cómo esta simple acción incide en el rol de una madre

Dejar de gritar es muy difícil, sobre todo si en tu hogar tienes pequeños y son muy traviesos; de ser así, seguro que las voces altisonantes se multiplican en tu rutina diaria de madre. Sin embargo, el vociferar de manera constante no contribuye con la armonía familiar. Por lo general, estas conductas suelen complicar las relaciones entre padres e hijos.

Realizar cambios en la forma de comunicarnos con los hijos requiere de esfuerzo y paciencia. Debemos recordar que la violencia verbal expresada a través de gritos puede causar un daño irreparable en nuestros infantes. Por fortuna, controlar estas emociones no es imposible; quédate con nosotros y te daremos claves para modificar este comportamiento.

"El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices" - Oscar Wilde - escritor, poeta y considerado uno de los dramaturgos más destacados de origen irlandés

Dejar de gritar es posible, solo da el primer paso

Modificar la conducta humana no significa un trabajo sencillo, lo principal es identificar que existe un problema. Si incurres en elevar el tono de voz para dirigirte a tus hijos, ya estamos ante la presencia de una dificultad; lo que, además, se acentúa cuando se transforma en un hábito.

El primer paso es dejar a un lado la ira. Hablar cuando uno se encuentra enfadado llevará irremediablemente a una discusión llena de gritos. En este sentido, antes de conversar con tu hijo, aprende a reconocer tus sentimientos y los suyos. Si sientes enojo, lo mejor es detenerse y no hacer nada, cuando te sientas en calma, inicia la charla con el pequeño.

No desfallezcas si lo encuentras muy difícil. Solo inténtalo en repetidas ocasiones y pronto te darás cuenta como fluye de forma natural la comunicación con tus hijos. Lo más importante es sentirte con la disposición de iniciar un cambio.

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Los gritos no harán más obediente a tu hijo

Elevar la voz de forma estruendosa, no hará que los niños nos obedezcan más; por el contrario, cualquier signo de abuso verbal manifestado en gritos tendrá un efecto adverso. Incluso, la consecuencia más probable es que se vuelvan “sordos”, ante nuestros reclamos u observaciones.

Es común creer que mientras más alto sea el tono de voz, mayor será la atención prestada. No obstante, a nuestros chicos solo les producirá una sensación de miedo y este sentimiento puede generar rabia e impotencia, llegando a crear una muralla entre la respectiva comunicación de padres e hijos.

Los gritos constantes de la madre hacia el pequeño pueden convertirlo en un adolescente rebelde e inseguro. Crecen con baja autoestima y no se sienten amados ni valorados

Un cambio en el lenguaje, evitando los gritos e improperios, sin exposiciones exageradas de autoridad, tendrá un efecto más positivo. Aprender a gestionar  nuestros sentimientos se verá reflejado en un mejor ambiente familiar.

Por último, recuerda que este tipo de actitudes y comportamientos es perfectamente modificable. Solo desde el cariño, la tolerancia y el respeto lograremos educar  a nuestros niños.

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